- ¿Qué bourbon desea?- me pregunta, su voz es aguda pero casi inaudible, como el chillido de un ratón de campo; pequeño, mínimo.
- Un Southern Comfort, por favor… con hielo.- dirijo una mirada al local, repleto de camioneros comiendo ávidamente, bebiendo impenitentemente… de todos los tamaños y colores; gordos, bajos, altos, delgados, barbudos, lampiños… pero todos con dos características en común, el olor a carretera y su mirada, plana, sin vida, como la de las cabezas de venados colgadas en la pared a modo de siniestro trofeo sobre la sucia cristalera; miradas muertas.
- Usted no es de por aquí, verdad? Pregunta Eleanor, la rolliza camarera, pero con sus ojos (tan tristes) me está pidiendo con un grito mudo: “sácame de aquí”.
“No puedo” contesto con una mirada somera, “tampoco sería la mejor compañía, no soy muy diferente al resto” zanjo la suerte de conversación psíquica.
- No,- contesto - vengo de Las Vegas, pasé unos dos meses allí, aposté todo… lo perdí todo, a veces las luces de neón engañan…
Fantástico este segundo buchito. Me gusta muy especialmente la descripción de las miradas muertas, hiladísima. Esto pinta pero que muy bien.
ResponderEliminarCaña...
ResponderEliminarOtra más tío..
Bueno, bueno... esto sabe a poco. ¡Queremos MÁS!
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