miércoles, 11 de mayo de 2011

4.

Casi sin darme cuenta, sin buscarlo me vi envuelto en la vorágine de una ilusión maravillosa, frenética, nada existía para mí, sólo esa ciudad y todo lo que me ofrecía… jugué, bebí, reí, amé en todas y cada una de sus noches de colores estridentes sin pensar ni un segundo que todo podría ser transitorio… No me dí cuenta de que esa ciudad te usa, te exprime y después escupe fuera lo poco e inservible que queda de tí fuera cuando te ha consumido, cuando ya no eres nada, cuando eres menos que cero y tu voluntad le pertenece.
“Un chico listo” eso es lo que no debo ser, al menos cuando los espejismos me ciegan, y esas preciosas luces de neón hipnotizan tu propia integridad como la visión de serpientes apareándopse en un baile frenético, como sirenas vistiéndote lascivamente con sus cantos… así fue, lo aposté todo, tan sólo para engañarme y pensar que la ciudad me adoptaría para siempre y que de ese maravilloso estado tan sólo me podría sacar la muerte, y quise perpetuarme eternamente en sus calles, en sus casinos, en sus bares y en sus esquinas… Pero nadie permanece en Las Vegas, nadie vive allí y todos somos visitantes de paso…

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