lunes, 9 de mayo de 2011

3.

-Las Vegas, ummm– replica en un tono esquivo, casi inaudible. -Mi hermano estuvo hace un par de semanas, ni gano ni perdió, se quedó como estaba, al menos no se arruinó, es un chico listo, aunque sea de pueblo– Su sonrisa es amarga, como su vida, por lo que leo en su alma…
Un chico listo, eso es lo que yo debería haber sido, pero a veces te pillan con la guardia baja.
Bebo un sorbo de mi Southern, y ese sabor dulzón a madera añeja baña mi garganta, delicioso. Otro cigarro. Las Vegas; cuando llegué allí me impresionó esa ciudad, tan ostentosa, atrayente… lasciva, como una puta cara recién pintada para la guerra. Todas esas luces, y el supuesto éxito tan aparentemente alcanzable. No llegué con mucho dinero… bueno, con el que tenía, ni más ni menos. Enseguida caí rendido a sus pies, ese paraíso me lo prometió todo, en suaves susurros como de adolescente enamorada. La amante perfecta, dándomelo todo, prometiéndome amor eterno, no caí en la cuenta del espejismo. Definitivamente me absorbió, esas noches eternas de alcohol, juego y sexo…

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